Sigo con los "delikatessen" del barrio chino de Nueva York. En este caso se trata de deliciosas tortugas. Las primeras son (si no me equivoco) del tipo de "tortuga de caparazón blando" y las segundas de las conocidas "tortugas de Florida". Estas últimas son las mismas que miles de niños tienen en pequeñas tortugueras en sus cocinas, pero con una quinta parte del tamaño que tienen éstas. Según me ha informado una boliviana, en su país se comen muy a menudo, y la parte más deliciosa es el hígado.
Conozco una curiosa historia sobre tortugas: Esquilo, el famoso autor de tragedias guiegas fue una de las pocas personas que murió por una tortuga, y a causa de su alopecia. ¡Sí, sí, de alopecia! Un quebrantahuesos volaba con una tortuga en sus garras con la intención de comérsela. No es fácil comerlas por su dura concha, así que estos animales las lanzan desde lo alto contra piedras para que se destrocen y se abran. La alopecia de Esquilo hizo pensar al quebrantahuesos de que su cabeza era en realidad una roca lisa, lanzando la tortuga contra su testa. Y claro, murió del golpe de tortuga. Pobre hombre.
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